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Vicente marco

Acción, emoción e información PREDOMINANTES

Me gustan los contadores de historias que transmiten la idea principal en cada pasaje de su obra sin enmarañarla con otras que entorpezcan la comprensión. Por desgracia, a menudo encuentro textos en los que las ideas se entremezclan en detrimento de la acción, emoción o información predominante. No me estoy refiriendo a la suspensión voluntaria de la intriga en favor de otras tramas que bien manejada puede resultar un hábil recurso para favorecer la expectación, sino su uso inconsciente. Seguro que más de una vez, ha debido usted soportar a una de esas personas pesadas que comienzan contando algo (que puede resultar interesante) y que no resuelve porque engarza con otra idea (que también podría resultar interesante) que no resuelve porque enlaza con otra idea más (quizá interesante) que no resuelve porque… De modo que la narración se eterniza sin que exista la resolución de conflictos y usted hace tiempo que perdió el hilo y comenzó a pensar en otra cosa.

También sucede al contrario: las tramas posteriores quedan minusvaloradas por la existencia de algún elemento principal no resuelto.

Esta semana he corregido a un autor cuya novela transcurre en un hotel deshabitado. Un matrimonio acude allí en busca de información relevante para la trama principal: desvelar el paradero del personaje X desaparecido treinta años atrás. En un momento dado, la pareja se separa para agilizar la búsqueda y cuando la esposa encuentra de nuevo al marido, este se halla inconsciente en medio de una sala. Ha recibido un golpe notorio en la cabeza. La esposa intenta reanimarlo primero zarandeándolo y dándole unos cachetes. A la desesperada, sin saber muy bien qué hacer, recorre las dependencias del hotel en busca de algo que le resulte útil, piensa en un recipiente donde llenar agua o similar, pero lo que encuentra es una carpeta en la que el personaje X dejó escrita una especie de juego cuya resolución la conducirá a las habitaciones, a la lavandería, a las cocinas, al restaurante… algo, sin duda, de gran interés para la resolución del conflicto principal. Pero la existencia del marido inconsciente en la sala, aunque ella regrese allí de vez en cuando para zarandearlo de nuevo y darle algunos cachetes más o comprobar si ha recobrado la consciencia, minusvalora en gran medida lo que sucede después. Mientras el marido se encuentre en tal estado, lo que ella averigüe es secundario, incluso puede que a más de un lector le resulte inverosímil. En este caso, la emoción principal del pasaje (el marido desvanecido) resta fuerza a la trama posterior y a cada uno de los descubrimientos de la esposa en sucesivas secuencias. Así que debemos reanimar a ese hombre antes de seguir contando, antes de realizar las averiguaciones y antes de los hallazgos, y más aún cuando su consciencia o inconsciencia resulta irrelevante en el desarrollo y desenlace de la obra.






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