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Vicente marco

Eloy Cebrián se desnuda

Lo diré de manera directa, tal y como lo siento: creo que Eloy Cebrián ha escrito uno de los mejores manuales de narrativa que he leído. Y no solo porque después de sus diez capítulos uno se quede con ganas de más, no solo porque consiga despertar el gusanillo de la escritura, no solo porque el libro esté plagado de citas y ejemplos de grandes obras que ilustran de manera precisa las explicaciones, no solo por su generosidad a la hora de confesar sus más íntimos secretos, esos que le han llevado a ganar numerosos premios y a obtener el reconocimiento de quienes aman la lectura (y aquí añado uno de esos punto y coma que tan poco le gustan); no solo por la sinceridad a la hora de tratar los temas, no solo porque no he encontrado nada que falte en un curso de escritura, no solo porque al final del libro añada cuarenta, ¡cuarenta!, ejercicios muy útiles para los escritores que empiezan y para aquellos que ya llevan muchos años en esto; no solo porque cada uno de los capítulos viene precedido de una introducción que supone una experiencia personal, un apunte histórico o una opinión interesante, sino porque además, el manual de Eloy es una invitación a leer de otra manera, a comprender obras y pasajes que podrían pasar desapercibidos.

Y voy a tirar un poco de tópico para afirmar que para quien se adentre en estas páginas existirá un antes y un después tanto en su manera de concebir y estructurar historias como en la manera de leerlas.

Muchas gracias, Eloy, por haberte desnudado para nosotros y gracias también porque haya sido solo un desnudo literario, pero un desnudo literario apasionante y seductor.




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