Sucede en ocasiones que un libro te introduce tanto en el mundo que ha creado que, cuando lo terminas, regresas a la realidad con un sentimiento de nostalgia. Esto he sentido en Bajamares. Tocornal crea ese mundo en torno a la soledad de un farero en un islote repleto de lagartos y en el que, aparte de un cementerio de antiguos navegantes y la linterna, encontramos poco más.
Pero bastante.
La particularidad del personaje, la manera personal de contar de Tocornal, la mezcla de poesía y filosofía de estas páginas (poco más de doscientas) y la originalidad del argumento me han seducido tanto como el hábil uso del punto de vista, desde un narrador omnisciente y unos documentos que se intercalan cada ciertos capítulos —y que dotan de verosimilitud y objetividad a la novela— a narradores testigos, como la voz del barquero o de la madre (muerta) del farero y, cómo no, al punto de vista en primera persona del protagonista.
Y para llenar las soledades del farero, Tocornal crea unas historias paralelas, cuentos en sí, cuentos magistrales, como gran cuentista que es.
Entre el humor y la tristeza me parece una novela ideal para leer en nuestro aislamiento, esta novela obtuvo el XIX Premio de novela de la Diputaciòn de Córdoba.
Yorumlar